En la verde campiña ya amanece.
Huele a tierra mojada.
Está naciendo el día.
Cuando el alba, de rosas encendida,
se asoma por las cumbres escondida,
los espigados trigos se conmueven
movidos por el viento;
le cantan a la vida
su alegre canción de movimiento.
En las azules montañas,
el claro sonar de una campana,
cuyos ecos se pierden por el bosque,
despierta a las blancas aldeas de su sueño.
Las flores se acicalan y visten
sus mágicas corolas de colores.
La tierra exhala sus rumores,
como salmos de gloria y de amores,
que se elevan hacia el cielo lentamente,
arropados
por el limpio perfume de las flores
y el vapor de los campos
empapados de relente.
¡Qué pura belleza derramada!
¡Qué placer tan hermoso y regalado!
¡Qué gozo tan profundo y tan callado!
¡Cómo mi alma disfruta relajada,
contemplando
el sonrosado día que amanece!
Córdoba 25 de enero de 2020
Eso es positividad y espiritualidad centrada en la belleza.
ResponderEliminarNo pierdas tu mirada.
Amigo Pedro busco la positividad y la belleza como bálsamo para mi cansado y dolorido espíritu. La pena, la soledad y la tristeza también tienen cabida en mi poesía.
EliminarUn abrazo