¡Una estrella lucía,
rilando en aquella noche estrellada;
daba luz a María,
una madre cansada,
con su cara feliz y esperanzada!
¡En la noche callada,
María alumbraba en el duro suelo!
¡Qué feliz madrugada!
¡Qué dichoso consuelo
tener con nosotros al Rey del cielo!
¡De su vientre salía,
como el sol cuando asoma ruboroso,
un bebé que gemía
con llanto amoroso!
¡El Señor de los cielos, Niño hermoso!
¡Y la estrella brillaba
bajo el azabache manto del cielo,
y a los tres magos guiaba
que, con gran desvelo,
viajando venían con tierno anhelo!
¡Qué dichosa ventura,
en aquella noche de frío hielo,
admirar la hermosura
de Jesús pequeñuelo!
¡Dios entre pajas cual lindo polluelo!
¡Hoy Jesús ha nacido,
lucero brillante del firmamento,
por el frío aterido,
y sin ningún portento!
¡Oh qué tierno gozo, qué gran momento!
Córdoba 23 de noviembre de 2020
Amigo Fernando, te comento mi parecer, sin ánimo de molestarte.
ResponderEliminarDe las tres primeras estrofas me han gustado bastante la frescura e imágenes. Las dos siguientes son otra cosa; la última se sale del tema proyectándose a nosotros más allá del Divino Nacimiento..
Tienes toda la razón. Yo quise no sólo describir poéticamente el nacimiento de Cristo sino que dicho nacimiento, en el frío y la pobreza, nos interpelase a todos los que hemos sido bautizados.
ResponderEliminarEn absoluto me molestan tus apreciaciones amigo Pedro.
Feliz Año Nuevo .
Un abrazo
Ojala hiciésemos lo que nos dices en la ultima estrofa y viviésemos más de acuerdo a lo transmitido por nuestro Señor.
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