Observando tu verde serranía,
el río que te ciñe enamorado,
tus fuentes que borbotan simpatía,
el arte que la historia te ha donado,
mi espíritu contempla tu armonía,
que me deja por completo embelesado.
Veo tu valle donde crecen naranjales,
los álamos que bailan junto al río,
tu campiña sembrada de trigales,
san Rafael custodio en quien confío.
Tus torres que se elevan hacia el cielo,
como flechas que portan la ilusión
de las gentes que viven en tu suelo
y conforman tu humano corazón.
Mi espíritu rebosa de alegría,
me siento muy feliz y afortunado
de habitar en ciudad con tal valía,
como la misma Unesco ha declarado.
¡Oh Córdoba ciudad tan distinguida
por tu mezquita, obra sin igual!
¡Tu judería siempre está florida
cual blanca flor de fama universal!
¡Córdoba, con aroma de azucenas!
¡Nuevo edén de jazmines florecido!
¡Gran ciudad coronada por almenas,
que tus hijos con fuerza han defendido!
¡Oh Córdoba tu gloria he de cantar,
pues te honra toda la humanidad,
cuatro veces lo ha vuelto a proclamar,
con honor, con justicia, con verdad!
El tema de la hermosura de la bella capital cordobesa, judía mora y cristiana, ya lo habías plasmado antes. Queda, una vez más, tu arte rebosante de admiración y amor engalanando la ciudad.
ResponderEliminarPreciosa reseña de los encantos de Córdoba desde tus sonoros y encendidos versos.
Sí he cantado a Córdoba muchas veces y lo seguiré haciendo pues soy hijo suyo nacido en el barrio del Realejo. Corre por mi sangre la herencia romana, mora y cristiana de esta perla de occidente.
ResponderEliminarMuchas gracias Pedro.
Un fuerte abrazo
descrita con majestuosidad una vez tu amada ciudad, no dejes de hacerlo y de !regalarnos la posibilidad de leerlo!
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