Si algún día, cuando ya no esté,
mis nietos preguntan por mí,
decidles que me he marchado
a países lejanos,
a descubrir misterios ocultos
y secretos arcanos,
allá, muy muy lejos,
donde el mar y las montañas se unen
bajo un cielo celeste;
donde las estrellas peinan
sus cabellos de plata;
donde el viento se duerme
en brazos de la aurora.
Allí, si me buscan,
me encontrarán entre los montes
contemplando el fresco amanecer,
bajo el rosáceo manto
que adorna al rubio sol;
contemplando el eterno y rojo atardecer
de los días, que nacen y mueren;
escuchando el trino de los pájaros
y la limpia risa del agua cantarina,
que corre, salta y juega en los arroyos.
Sí, allí estaré, escondido entre la niebla
y jugando con el viento,
esperando ver sus caras sonrosadas,
sus ojos como el cielo
y sus tiernas voces diciendo:
¿dónde estás abelo?
El Vacar 8 de noviembre de 2020
Enternecedor, Fernando. Pero me temo que nuestros nietos son demasiado listos para creérselo. Un abrazo.
ResponderEliminarEcho de menos a mis nietos. son la alegría de mi vida y los veo tan de tarde en tarde. Por su ausencia , que la llevo dentro, me surgió este pequeño poema. Me supongo que tú gozarás de ellos con frecuencia casi diaria . Un abrazo para Toñi y para ti de nuestra parte
ResponderEliminar¡Muy Emotivo! muy amoroso y entrañable, ¡Seguro que ellos también te echan mucho de menos a ti y a Trini! aprovecha y cuando los veas disfrútalos al máximo, nos ha tocado vivir tiempos difíciles....
ResponderEliminarSí, realmente son tiempos difíciles y nos impiden gozar de la familia, tal como quisiéramos. Ojalá se encuentre una solución adecuada a esta pandemia
ResponderEliminarLa solución sería, el actuar con mesura y pensando en la globalidad, pero hoy es tan difícil actuar pensado en el bien mayoritario en lugar del propio egoísmo... Que tristemente nos auguro aún más tiempo de encierro
Eliminar