¡Desde mi terraza
verdes encinares
entre jaras altas!
¡Bonitos lunares
con sus flores blancas!
¡Sierra de los Santos!
¡Altiva Chimorra!
¡Qué agrestes tus campos
de rubia zahorra!
¡De roca y granito
también son tus suelos,
con viejos olivos
que gimen al viento!
¡Hacia el Guadïato
corren los arroyos
con risa y con llanto,
como amantes novios
que se quieren tanto!
¡En Villaviciosa,
los pinos rodean
su sierra fragosa!
¡Los ciervos berrean
con su voz ruidosa!
¡Las aves revuelan
de forma graciosa,
con trinos que suenan
cual flauta preciosa!
¡Sobre Puente Nuevo
la alondra volaba;
al pantano seco
sus ojos miraban!
¡Se seca el embalse,
-su trino cantaba-
si lluvia no cae
la vida se acaba!
¡Qué negro es el cielo
que cubre estos montes,
como negro velo,
cuando el sol se esconde!
¡Montes del Vacar,
siempre de vosotros
yo tendré que hablar!
¡Tus navas y cotos
serán mi cantar!
El Vacar 8 de septiembre de 2020
Tu querido Vacar, que tanto estás volviendo a disfrutar! que fructífero te está siendo con la poesía y la prosa.
ResponderEliminarDisfruta, disfrútalo y crea, crea que así nosotros también disfrutemos!
Sí mi casa es un refugio que me inspira al estar rodeado de naturaleza casi virgen. Gracias Lourdes por tu comentario
ResponderEliminarSe nota que es tu refugio!
EliminarBonita y elegante poesía, una elegía a los lugares amados.
ResponderEliminarSupongo que El Vacar seguirá siendo un pueblecito muy tranquilo. La foto en Internet no me recuerda el lugar tal como lo conocí siendo un chiquillo de 8 años.
Un abrazo, Fernando.
El Vacar como pueblo apenas es nada; una pequeña iglesia con casas alrededor junto a la carretera y un rico pan que mucha gente acude a comprar en su panadería. En sus alrededores navas repletas de encinas y cerros que miran al pantano desde su viejo y destartalado castillo; en lo alto de una loma de esos cerros se encuentra mi casa y aquí vivo confinado.
ResponderEliminarGracias por tu visita y comentario
Un abrazo