En el cielo los nimbos se retuercen
como espumas de nieve negra y blanca.
Hace calor y, en las encinas grandes,
tocan incansables las chicharras.
Un hombre en una mesa está escribiendo
escuchando el sonar de sus guitarras.
Los mirlos picotean los perales,
las brevas se las comen las urracas.
A la mente le vienen pensamientos
que entristecen el fondo de su alma.
La falta de una vida consecuente
que a los pobres y parias ayudara;
la lucha contra el hambre y la injusticia
debió de ser su auténtica cruzada.
La tarde va cayendo lentamente
entre trinos de pájaros que cantan.
Muere el sol entre piélagos de sangre,
que la noche los cubre con su capa;
Capa negra teñida de azabache,
de luceros y estrellas adornada.
El hombre lanza al cielo su tristeza
de no haber terminado su cruzada;
las estrellas recogen su quejido
en la plata brillante de su cara;
tu lamento será la inspiración
para que otros acaben tu batalla.
Las estrellas le han hablado en silencio
con el brillante morse de su plata.
El hombre las observa fijamente
mientras vuelve despacio para casa.
El Vacar 29 de mayo de 2020
Guapo, Fernándo
ResponderEliminarMuy bien Fernando. Estás teniendo una primavera llena de inspiración y de creatividad. Tú al menos estás aprovechando este tiempo de confinamiento y seguro que te ayuda para observar la naturaleza con otra óptica llena de matices y sensaciones.
ResponderEliminarRecibe un fuerte abrazo.
Gracias Séneca. Me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarAmigo Manuel tienes razón esta primavera en confinamiento me ha permitido observarla y vivirla de forma diferente. Un abrazo también para ti con mis mejores deseos de salud para toda tu familia
ResponderEliminarCavilaciones que viene a la mente, repasando acciones... no hay que lamentar... hayq que actuar y estoy segura que lo has hecho...
ResponderEliminarBonita forma de plasmarla en un poema
Me alegra que te haya gustado. Gracias Lourdes por tu visita y comentario
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