Vuelvo a ti, Córdoba de mi ensueño,
como alumno que fui de lo sagrado .
Te veo brillante como un lucero;
tu belleza me deja alucinado.
Miro al Guadalquivir bajo tu puente;
cerca escuché sus risas y su llanto.
Nostalgias anidadas en mi mente,
entre inciensos y canto gregoriano.
¡Cuántas veces anduve por tu villa,
rebosando de amor apasionado!
¡Poco a poco el destino de mi vida
me alejó sin quererlo de tu lado!
¡Oh Córdoba, Córdoba de mi alma,
mi corazón por ti está sangrando!
¡Sé que no deseas que me vaya,
sino que alegre duerma entre tus brazos!
El Vacar 25 de enero de 2021
En cierto sentido, en nuestra adolescencia, periodo propicio para los primeros enamoramientos, nos cautivó Córdoba irremediablemente.
ResponderEliminarPero, como dices bien, la vida tiene otros requerimientos que nos alejan de las mieles de nuestros amores.
Sí, amigo Pedro. Me enamoré de Córdoba y sigo enamorado de ella. Después de mucho viajar he podido valorar con más objetividad la serena y sublime belleza que esta milenaria ciudad encierra y de la que he tenido la suerte de ser su hijo.
ResponderEliminarUn abrazo
Córdoba, ¡qué tendrá que tanto despierta entre sus hijos para admirarla y quererla! como se nota tu amor por todo lo bueno que escribes de ella.
ResponderEliminarGracias Lourdes. Yo sé que tú también la quieres
EliminarEl pasado nos dejó su huella. Y a él se vuelve porque ha sido y es ahora, en el recuerdo, parte de nosotros. Córdoba siempre en mi recuerdo. Muy bien, Fernando, por el soneto.
ResponderEliminarGracias Manolo. Me alegra que te haya gustado
EliminarUn abrazo