Demudado en el rostro ya el color,
reflejando en su cara la agonía,
con la muerte una lucha debatía
en su lecho postrado de dolor.
¡Qué entereza y qué grande pundonor!
¡Qué bravura y qué grande valentía!
Su vida poco a poco se extinguía,
moría lentamente sin temor.
¡La Virgen, Santa Madre del Señor,
San Benito, al que acudiste confiado,
te concedan la palma y el honor
de vivir en el cielo perdonado,
pues aquí bien sufriste y con rigor,
lo mismo que Jesús Crucificado!
Reina Sofía, madrugada del 14 de febrero de 1986
Imponente momento, ver a un padre agonizar, momento que se debe borrar, recordarlo como era antes de todo sufrimiento y agradecer el tiempo que con él se pudo estar.
ResponderEliminarViéndolo morir te sientes impotente y recuerdas los momentos felices vividos junto a él. Y eso aumenta aún más tu pena y tu dolor
ResponderEliminarPero a la vez debe alegarte y debes dar gracias por lo bueno y feliz vivido con él y por lo aprendido... no te quedes solo con lo triste, con lo duro, con la pena, con el dolor, con la impotencia... trae a tu mente lo positivo y lo bueno
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