Sobre el valle verde gime el viento
con fuertes alaridos de agonía.
Me entristece escuchar este lamento
que rompe de mi alma la armonía.
Los árboles, sus ramas las agitan,
y lloran con tristeza su amargura.
Los pájaros sus trinos abandonan
y se esconden de prisa en la espesura.
El sol, astro fulgente y luminoso,
con su áurea capa de energía,
cubre el verde ramaje tembloroso
de una fina y dorada celosía.
Cesa el viento de pronto su gemido,
entonando una dulce melodía.
¡Qué emoción tan profunda yo he sentido
al mirar como el día fenecía!
¡Una tarde de fuego arrebolada,
sobre un cielo azul algo nuboso!
¡Mi alma está serena y relajada!
¡Qué momento del día tan precioso!
El Vacar 21 de marzo de 2021
Hola Fernando: si preciosista es el poema, la fotografía atrás no se le queda. Ambos, poema y foto, despiertan emoción vespertina.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo Fili me alegra que te haya gustado. Yo disfruto con tu prosa. La verdad es que los ocasos me despiertan siempre grandes sentimientos. Un abrazo grande
EliminarPoema con ribetes románticos y evocaciones a lo Juan Ramón Jiménez, impecablemente construido.
ResponderEliminarLo primero que pensé al leerlo es que te habías superado a ti mismo en tu expresión poética.
Enhorabuena. Un abrazo.
Amigo Pedro desde hace tiempo tengo mi espíritu muy sensible ya que creo que tengo mi futuro muy incierto. Los ocasos despiertan en mí acalorados sentimientos que en ocasiones se plasman en palabras que ni siquiera sé cómo surgen de mi interior. Gracias por tu comentario y me siento muy contento si te ha gustado. Un abrazo
EliminarAmigo Fernando, como siempre nos deleitas con tu poesía y es un placer leer tus poemas. Sigue así y no dejes de escribir. Un fuerte abrazo. Miguel Aranda.
ResponderEliminarAmigo Miguel muchas gracias por tus palabras. Me siento muy contento si te ha gustado. Un abrazo
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