Por las montañas de Priego
vi bailar unas zagalas,
al son del viento que sopla
y al son del agua que mana,
con su pelo de azabache
y su talle de gitana.
Se movían como el aire,
cuando silba entre las ramas.
Muchachas eran del pueblo,
de la calle de la Cava,
curtidas por el trabajo
en estas bellas montañas,
cuyas cimas van al cielo
y en sus pies corren las aguas.
Me encantaron con su baile
entre cerros y cañadas,
vestidas de faralaes
con traje de sevillanas.
Honor regalan a Priego,
con su baile las zagalas,
por la gracia y el salero
nacido de sus fontanas.
El Vacar 30 de octubre de 2020