Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura
San Juan de la Cruz
Las blancas gaviotas vuelan sobre las ondas de plata del Guadalquivir que besan las doradas piedras del viejo puente romano. Los cormoranes bucean en su vientre junto a los robustos cimientos de tan vetusta construcción. Los álamos, los fresnos, sauces y abedules albergan una variada fauna de aves que juegan y aletean entre sus ramas, mientras se cortejan y alimentan a sus polluelos. Las garzas y las grajillas, desde las umbrosas orillas, observan al martín pescador bajo una melodiosa sinfonía de cucurras y silbos sonorosos. Estos sotos otorgan a Córdoba un sinfónico bosque vivo, que canta la gloria de su pétrea arquitectura imbuida de gloria y majestad. La brisa, que el río desprende, flota como débil bruma y se despliega bajo la puerta del puente, arropa como vaporoso manto la estatua del triunfo de San Rafael y besa los muros de la mezquita, disipándose en tan amoroso ósculo. Bajo los arcos del puente la plata fluye con rumores de palomas que se arrullan y de patos que surfean la corriente. Cuando llega mayo, emborrizado de sol y de los frescos aromas de las flores, los sotos despliegan la exuberante hermosura de la primavera que los viste con su verde manto bordado de frescura y de mágico encanto. San Rafael, desde su triunfo, escucha al viento que juega entre las ramas de los árboles y cimbrea las adelfas y eneas en las márgenes del río. El viento que nada piensa y que palabras no dice pero a quien es tan bello escuchar. El viento en los sotos es un dulce canto , que vibra igual que el trino de los pájaros, y vuela, como un ángel, por los jardines y las estrechas callejuelas de la judería, perfumadas de jazmines y azahar, y se duerme en el florido paraíso de los patios, recintos de aromas , de colores y poesía....
¡Por eso yo te amo, Córdoba mía! ¡Córdoba adornada de palmeras y naranjos, de claveles y de rosas, de geranios y alhelíes que por tus parques sonríen! ¡Cuando la luna te baña con los rayos de su lumbre y el murmullo de tus fuentes canturrea en tus jardines, las estrellas tintinean en el cielo que te cubre y se bañan en el río que con sus brazos te ciñe, para admirar la belleza que sobre tus sotos reluce!
El Vacar 30 de julio de 2020
Con solo leer tu descripción se ve el amor que sientes por Córdoba, cuando te adentras en la exposición y vas imaginando según tu descripción, casi que puedes ver toda presentación que nos narras... Precioso.
ResponderEliminarMuchas gracias Lourdes, me alegra que te haya gustado
ResponderEliminarSiempre me ha parecido Córdoba una ciudad encantadora, pero en tu amorosa prosa poética parece el paraíso.
ResponderEliminarEnhorabuena por tan hermosa elegía.
Muchas gracias Pedro. Siempre he estado enamorado de Córdoba y la llevo dentro de mí
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