Soy un ser errante en el universo infinito, como los cometas que con sus largas y heladas colas corren por el firmamento y juegan al escondite entre las estrellas y planetas. Sí, lo tengo grabado en mi mente y en mi corazón. Ando ambulante entre campos de encinas y riadas de jaras y lentiscos. escucho la música del viento y el trino de los pájaros. Cuando el sol muere por el encendido horizonte me detengo en mi deambular y admiro la indescriptible belleza de la bóveda celeste vestida de riguroso luto.
Me encanta la noche con su polisón de estrellas que brillan y palidecen sobre el oscuro manto que las envuelve y alberga. quisiera cogerlas, acariciarlas, atraerlas con sentidos versos de Machado, de Bécquer, de Juan Ramón de Neruda... pero ellas lejanas, inquietas, impredecibles como los sueños y juguetonas como los niños, no escuchan mi voz. Se ríen con su blanca palidez y me guiñan con sus ojos de limpia y vaporosa plata. Tal vez, si fuera un mago, un druida o hechicero las encantaría con mi varita de fresno y formaría con ellas un precioso y divertido carrusel, hasta que la aurora con sus rosados dedos las abrigase con su azulada capa en su cálido seno.
Sí, soy un ser errante en el camino del universo.
El Vacar 23 de junio de 2024